Y si no eres titular, ¿Cómo lo llevas desde el banquillo?

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Soy Lucía, y es mi tercer partido de liga. Estoy en el banquillo junto a mis compañeras esperando poder entrar a jugar en pista. Claro, dependo de la decisión del entrenador si puedo entrar o no. Solo pensarlo me entra una especie de ansias y nervios en la boca del estómago.

Se vive una jornada con nervios ya que el equipo rival nos ha ganado más veces, una de ellas fue la final de la liga Municipal. El deseo intenso de ganar aumenta. Pero como dicen cada partido es un mundo y no sé decide hasta llegar al punto final. Me hago dos preguntas que me intrigan: ¿el equipo rival se siente superior?, mi equipo titular, ¿creerán que no son capaces de ganar otra vez?.

Instantes de miedos a fallar en el voleibol

Estoy entrando en calor en la fase previa del partido. Es un ritual que repetimos antes de empezar cada jornada.

En fase de ejecución se empieza a probar “colocadas”, “ataque” y “recepción”, son gestos técnicos del voleibol. Cada jugadora lo vive a su manera, son minutos donde aumenta la intensidad, cada una con ansias que suena el pitido inicial del arbitro. Vivimos con emoción, fuerza y energía. Una de los motivos por el cual siento pasión por el “voleibol”.

Lucía sabe que no va empezar en el equipo inicial, no es titular. Es un partido complicado, pero no pierde la esperanza de entrar en algún momento ya que lleva 3 partidos en el banquillo. Aunque presiente que una vez más se va repetir.

Por otro lado, siente como una especie de rabia, enojo algo que le produce inseguridad. ¿Tendré el síndrome del patito feo?, me pregunto.

Y mientras su equipo lucha cada punto, sus compañeras no paran de animar.

La concentración es decisiva para ganar. Comienza el partido con puntos a favor pero poco a poco a mitad del set cambia la situación. El dominio del rival crece, se sigue luchando pero las cosas no salen. La desesperación se refleja en las caras de las jugadoras. Lucia desde el banquillo le encantaría saber qué sienten sus compañeras.

Mientras pasa el partido se hacen cambios para experimentar si conseguimos remontar. Lucia, nerviosa, le dice a su compañera Rocio: ¿tú crees que nos van a llamar?, Rocio responde con un tono de seguridad: “yo tengo un saque fuerte, así es que espero que el entrenador lo tenga en cuenta”. Lucia reflexiona, ¿Y yo debería pensar igual?.

El entrenador pide tiempos para calmar a sus jugadoras

No se evoluciona al contrario empeora. El panorama es crítico, el entrenador pide tiempo para transmitirles calma. Saben que ellas juegan mejor pero hay que demostrarlo.

El banquillo no para de animar, gritando “vamos sí se puede”, se nota las caras llenas de agobio, los fallos se multiplican. Mientras Lucia sigue esperando con inquietud, ¿cuándo me van a llamar a jugar?. En su interior piensa para ganar confianza si no me dan la oportunidad de foguearme poco voy avanzar.

Lucia desea con ansias que la mencionen, pero el partido avanza y llena de nervios espera su oportunidad.

¿Cómo superar el miedo a jugar en equipo?

La final del encuentro se aproxima con un marcador en contra, una vez mas no pudo ser. Se siente rabia por la cantidad de fallos, el equipo rival fue superior demostrando concentración, garra y mucha tranquilidad.

En momentos así el entrenador deja un mensaje clave y transmite, “esto es como la vida misma, se pierde una batalla pero no la guerra”. Volveremos a vernos a la vuelta.

Llego el fin y Lucia sentada en el banquillo llena de rabia se pregunta, ¿y qué pasa conmigo?, ¿vale la pena seguir en el equipo?. Ella sabes que sí. “Todo un reto como la vida misma”.

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